sábado, 22 de septiembre de 2012

Día de la Calabiuza...

Esta es una tradición cultural que se celebra cada 1 de noviembre en Tonacatepeque en el día de los santos y que no tiene nada que ver con Halloween, pues en realidad siempre se ha celebrado de forma completamente diferente.


                                  
Originalmente esta tradición consistía en que en todas las viviendas de la ciudad se preparaba ayote en miel, los niños y niñas salían por las calles del pueblo con morros y velitas a pedir ayote, recordando a los Santos Ángeles y cantando un estribillo que reza “Ángeles somos y del cielo venimos pidiendo ayote para nuestro camino mino mino”; se presentaban a las puertas de las viviendas donde las familias les entregaban porciones de ayote en miel los cuales eran depositados en morrales, bolsas o cebaderas y al final del recorrido era repartido entre los niños del grupo; la alegría de los niños aumentaba cuando alguna persona que todavía no finalizaba de preparar su ayote, les regalaba dinero. Algunos usaban máscaras, otros salían con sus caras pintadas o descubiertas y el que no tenía morro, se las ingeniaba haciendo agujeros a una pelota plástica, con el único objetivo de iluminar su camino.


No existe un dato exacto sobre el año en que esta tradición se originó, pero al entrevistar a adultos mayores de nuestro municipio que sobrepasan los 80 años de edad, nos dicen que recuerdan como sus abuelos les contaban sus experiencias sobre sus días de pedir ayote en miel.

Durante la guerra la tradición continuó, aunque la cantidad de participantes disminuyó e incluso la cantidad de viviendas en las que se preparaba el ayote en miel fue menor, pero durante los últimos años de la misma, desde allá por 1987, un grupo de adultos comenzaron a salir bailando en las calles tocando un pito y un tambor.

Aproximadamente allá por el año de 1992, un grupo de jóvenes decidieron dar un nuevo rumbo a la tradición, con la energía que caracteriza a la juventud se reunieron por varios días en secreto para confeccionar los trajes que vestirían la noche del 1 de noviembre y llegada la fecha, al caer la noche, la tranquilidad de la ciudad se vio invadida por personajes mitológicos como el cipitío, el padre sin cabeza y como personaje trascendental una figura de siguanaba gigante, de tamaño similar a las conocidas como gigantonas de Jocoro. 
El siguiente año, el número de niños y jóvenes que representaban a los personajes mitológicos se incrementó y esta vez ya no solo bailaron en una esquina, sino que decidieron hacer un recorrido por la ciudad; al paso de los mismos, los pobladores salían de sus casas y acompañaban al grupo, quienes al final del recorrido se concentraron en el parque para cerrar con sus danzas.











Posteriormente la municipalidad decidió premiar la creatividad de los participantes, otorgando incentivos a aquellas personas que mejor representaran a los personajes mitológicos y a las "carretas chillonas" que hoy es uno de los principales atractivos de la tradición, se exige que el personaje representado esté descrito en la literatura nacional y que se incluyan la mayor cantidad posible de ellos. Así como también se decidió hacer cada año un festival gastronómico en donde las personas se deleitan comiendo la gastronomía típica de El Salvador.



(fotos e información tomada de www.mipuebloysugente.com)

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